Decepción tras decepción.

¿Pondrías la mano en el fuego por alguien para después quemarte? Las personas queman. Y al final quien sale perdiendo eres tú, por mucho que aguantes el dolor. Ese dolor es la decepción. Tenemos un cupo de decepciones que puede desbordar en cualquier momento.

La decepción va incorporada de serie en mi vida. Tanta confianza en una persona no es bueno, hay que ir poco a poco sino acabas hecho pedazos. Confiamos a ciegas. Sin pensar. Nos llevamos por nuestros sentimientos más primarios y luego acabamos destrozados. Creemos que los demás piensan como nosotros y no es así. Cada uno ve el mundo a su manera. Normal que la vida sea tan complicada si tenemos que compartirla con personas que caminan en diferentes direcciones. Y es por eso, que la confianza es tan importante. Confiar en caminar en la misma dirección, en no tener miedo de cambiar el rumbo. Pero, siempre que tienes la valentía de cambiar el rumbo la otra persona te deja sola. Ahí es cuando llega y se queda contigo la decepción.

 

No lo ves venir, pero ahí está. Las decepciones son las sensaciones más dolorosas porque no las ves venir. En cualquier momento aparecen para quedarse. Porque por mucho que se quiera volver a conseguir esa confianza perdida, ya no regresa de la misma manera. Lo peor que puede decirte una persona es » me has decepcionado». Son palabras que destruyen en milésimas de segundos una confianza construida en meses, incluso años. Ya no te verá esa persona de la misma manera. Por mucho que se haya solucionado siempre habrá una pequeña sensación de desconformidad con esa persona.

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¿Alguna vez se irá la decepción?

Puede haber un momento en el que la decepción diga adiós. Aunque, siempre estará la huella que dejó durante el tiempo de su estancia. Lo peor es cuando llegan de seguido, hacen que la decepción crezca por momentos. Sientes como si estuvieras delante de un precipicio junto a la persona en la que confías. Pero, esta levanta los brazos y comprime contra ti toda su fuerza. Caes, sientes la velocidad y la oscuridad al cerrar los ojos por el miedo al impacto. No le encuentras explicación, pero sigues cayendo. Te encuentras solo de nuevo y sientes que no volverás a dar esa confianza por el miedo a que te vuelvan a empujar.

Ahora, no puedes encerrarte en ti mismo. Debes abrirte y enfrentarte al miedo a caer. Por muy duro que haya sido abrirte a la otra persona y darle tu confianza. Por muy duro que haya sido ver como destruía lo más valioso que tenías, tu confianza. Esto, no quiere decir que no vuelvas a fiarte de nadie, que no des esa fe a nadie. Esto lo único que te hace es más fuerte por si vuelve a ocurrir. Porque somos humanos y nos equivocamos miles de veces,

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Reflexiona

La decepción es esperar algo que nunca llega. Después de haber dado tu yo más interno, haberle dado esa fe que tienes en la otra persona de no hacerte daño. Es uno de los momentos más duros, pero piensa en tu última decepción. Imagina que te encuentras en precipicio con esa persona y antes de que ponga las manos en tu pecho agárralo fuerte. Agárralo para que no puedas caer, observa que fuerza te ha dado, como puedes conseguir todo lo que te propongas.

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