Estamos llenos de sentimientos, sensaciones, placeres… Todo nos llena o nos vacía. A veces necesitamos la ayuda de otra persona, pero otras solo nos necesitamos a nosotros mismos para conocernos de dentro a afuera.
A oscuras los sentidos se multiplican por mil. Buscas el contacto piel con piel. Recorrer con los dedos cada centímetro de su piel, tocarle hasta dejar de sentir las huellas dactilares como tuyas para que se fundan con sus curvas y notar que cada movimiento de su cuerpo va al compás de vuestra sintonía.
Cada caricia te lleva al éxtasis. Cada roce de sus labios con los tuyos es una dosis que te hace querer más y más. Atrapados entre las sábanas os fundís en el abrazo del otro. Y en ese instante todo se para. Los segundos se hacen minutos, los minutos horas y las horas son años.
Fotografía- Celia
Solo estáis vosotros mirándoos y perdiéndoos en el infinito de vuestros ojos. No existe nada más, la ternura y la pasión lo envuelve todo. El corazón se acelera, la respiración aumenta con él. Solo se oyen los ruidos jadeantes de placer, hasta que llega a resonar un último hilo de voz. Todo se queda en calma, ya nada retumba. Cierras los ojos y oyes tu corazón como baja de marcha.
Al abrirlos no hay nadie, tu cuerpo añora sentir unas manos que recorran cada milímetro de ti, cada preocupación, cada alegría. Estas tú y nadie más. Solo piensas en liberarte porque tu mente ya lo hizo.
Reflexiona
Alguna vez has sentido la necesidad de olvidar todo y darte placer. Puede estar mal visto, pero es algo necesario que nuestro cuerpo pide. Libérate de los prejuicios, llega al éxtasis solo o en compañía. Libérate de todo.
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